martes, 5 de agosto de 2014

'Colombia tiene una relación especial con el teatro': Arístides Vargas

El argentino Arístides Vargas, director del Teatro Malayerba, es un dramaturgo que escribe sobre los traumas, sobre esos temas que aunque son complejos y dolorosos, no hay que olvidar. Además es uno de los invitados al Encuentro Iberoamericano de Dramaturgia, que se realiza en Bogotá.
Es una forma de trabajar que lo ha convertido en uno de los referentes del teatro latinoamericano y que compartirá en el Encuentro Iberoamericano de Dramaturgia, que se realiza desde ayer en Bogotá.

Vargas, director del grupo ecuatoriano Teatro Malayerba, dictará en Bogotá el taller ‘Memoria y olvido en la acción dramática’. “El taller se inscribe en el juego del olvido como opción y el recuerdo como obligación”, dice.

Para el director, uno de esos temas que siempre se deben recordar es la turbulenta realidad social de Latinoamérica. Y aunque según él las estrategias son diferentes, este sigue siendo un tema recurrente en los autores del continente.

“Lo que nos traumatiza individual y colectivamente es el habitar un territorio tan violento como el de América Latina... Creo que a algunos jóvenes dramaturgos también les ha marcado, de una manera diferente, pero tienen una recurrencia sobre esas temáticas”, dice.

El argentino ha hecho que algunas de sus obras sean cajas de resonancia de uno de los temas más complejos de la historia latinoamericana: la dictadura argentina. De hecho, Vargas tuvo que salir de su país en 1974 por las persecuciones de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina).

Se exilió en Ecuador y allí fundó el Teatro Malayerba junto a la española Charo Francés, su compañera de vida. “Yo no toco el tema de la dictadura desde la perspectiva que se realizaba en los años 70, yo lo toco desde una perspectiva muy subjetiva y desde una reconstrucción emocional del vacío dejado por la violencia”, enfatiza.

Esa perspectiva arropó, por ejemplo, a la obra Instrucciones para abrazar el aire, inspirada en el secuestro y la desaparición de niños por parte de los militares argentinos, que se presentó hace dos años en Bogotá.

Vargas y Charo Francés eran los protagonistas de un relato que ponía en escena tanto a los cómplices como a las víctimas. “En ningún momento la obra es tan evidente, y no especifica de quién están hablando, solo se habla de la ausencia, insistentemente”.

Ahí sale a relucir otro elemento fundamental en la pluma de Vargas: su potencia poética, de la que también ha hecho gala en producciones como La edad de la ciruela, que en Colombia han montado diversos grupos.

“Para mí escribir teatro no es imitar la realidad, sino generar realidad y las realidades que yo genero son, por lo general, realidades poéticas”, dice.

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