jueves, 26 de junio de 2014

'Me interesa todo lo que esté fuera de la norma de la sexualidad':

Oscar Eriksson llega por primera vez a una sala de redacción. Al mirar EL TIEMPO comenta: “Es enorme, parece salido de una película”. Eriksson es el director de Cinema Queer, el festival de cine de temática LGTBI (homosexuales, bisexuales, transexuales e intersexuales), que este octubre celebrará su cuarta edición en Estocolmo, Suecia. Nunca antes le habían hecho tantas entrevistas como en Colombia, donde llegó como invitado especial al Ciclo Rosa de Bogotá que se llevó a cabo este mes. Le sorprende que, pese a que le alertaron de que encontraría una sociedad conservadora, la gente tiene la voluntad de escuchar y ver cine queer.

Ha recorrido desde Sudáfrica hasta Rusia en búsqueda de alianzas entre este tipo de festivales y, cuando vuelve a casa, le persigue la misma reflexión: ¿por qué hacer un festival queer en un país tan abierto y tolerante como Suecia? Lo cierto es que Cinema Queer es uno de los más destacados del mundo en este género, pero considera que todavía tiene mucho potencial por descubrir.

¿Qué tipo de películas entran en la categoría ‘queer’?

Es siempre algo complicado de definir, porque depende desde dónde lo mires. Para nosotros, las historias sobre lesbianismo, homosexualidad, transgénero e intersexualidad están muy interconectadas, así que lo que tratamos de hacer es proyectar películas que cuestionen la norma de la heterosexualidad y la condición del género ‘hombre’ o ‘mujer’, es decir, todo lo que esté fuera de la norma de la sexualidad y el género, a través de vidas o historias que lo muestren.

¿Por qué nace un festival como Cinema Queer, o el Ciclo Rosa, en Colombia?

Cuando nosotros empezamos, solo un 3 o 4 por ciento de las películas que se proyectaban en el cine tenían una temática de la comunidad LGTBI, pero había muchas cosas que estaban sucediendo en el ambiente.

El cine queer en Suecia nació, de hecho, en 1916 con una película de Mauritz Stiller que se llamó The Wings. La representación de género en esta película no era para tanto, y probablemente si la viéramos hoy creeríamos que no es cine queer, pero era el principio de algo. Y a partir de entonces, ha habido un muy lento avance en Suecia, con un muy bajo perfil: un personaje desapercibido, tramas secundarias, por ejemplo, pero ninguna de nuestras historias como protagonista. Lo que queríamos era generar un ciclo de películas de la comunidad y para la comunidad, contando nuestras propias historias.

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