jueves, 26 de junio de 2014

'Cesarín', el capo que cayó gracias a sus chicas prepago

El ruido de los helicópteros Black Hawk, que sobrevolaban la finca La Teca en la vereda La Esperanza, de Turbo (Antioquia), despertó a Hernán Darío Giraldo Gaviria, alias ‘Cesarín’, quien se levantó como un resorte de la cama donde dormía.
¿“Qué pasa?”, gritó el jefe de la Oficina de Envigado. “¿Qué ocurre?”
Afuera de la habitación se escuchó la voz de Juan Carlos Valencia, el escolta que lo acompañaba. Agitado, Valencia golpeó la puerta: “Patrón, llegaron, llegaron. Salga rápido, yo lo recojo abajo, cerca de la carretera”.
Los helicópteros se ubicaron muy cerca de la entrada y salida de la vivienda. Doce comandos élite de la Dirección de Inteligencia de la Policía (Dipol) se deslizaron por sogas y rodearon el inmueble. La mujer de 20 años, que acompañaba a alias ‘Cesarín’, se levantó de la cama y observó cómo este se ponía una camiseta de color negro, calzó unas pantuflas, y sacó la pistola Pietro Beretta que guardaba debajo de la almohada.
La mujer había llegado tres días antes desde Santa Marta.Universitaria y de buena familia, integraba un grupo de jovencitas que subía desde la capital del Magdalena hasta la zona rural de Turbo (Antioquia), para animar las fiestas y noches de ‘Cesarín’ y los escoltas que Dairo Antonio Úsuga David, alias Otoniel, jefe de la banda criminal Los Urabeños, le había destinado para su seguridad.
Una vez salió de la casa, Giraldo se dirigió presuroso a una cañada que desembocaba a la vía que conduce hasta la finca. No les fue difícil cercar a ‘Cesarín’, quien al escuchar la voz de “alto”, frenó su carrera y levantó las manos. La pistola que llevaba entre su pantalón cayó muy cerca de sus pies.

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