jueves, 26 de junio de 2014

La hematóloga dijo: 'Acá hay algo que no me gusta'

“Cuando entregué los resultados de los exámenes, la hematóloga Iris Córdoba frunció el ceño y me dijo: ‘Acá hay algo que no me gusta’. Luego digitó un par de frases en el computador, imprimió una orden, me la entregó y me dijo perentoriamente: ‘Cruce inmediatamente la calle y se va para urgencias de la Clínica Santa Fe, para que lo hospitalicen...’.
“Obviamente no podía ser una buena noticia, pero jamás me imaginé que cuando el médico de turno viera la orden, me haría seguir hasta un módulo especial, en urgencias, y me dijera: ‘Lo que usted tiene es leucemia mieloide aguda, y debe quedarse hospitalizado inmediatamente’.
“Hasta ahí no sentí, como la mayoría de los diagnosticados con la enfermedad, ni dolor, ni drama ni, mucho menos, pánico. Ni siquiera me angustié cuando pensé en el momento en que mi esposa y mi hija recibieran la noticia”.
Eso que Jorge no se explica tiene que ver con su temperamento tranquilo, pausado, sereno, el mismo que le conocemos sus amigos en situaciones que para muchos de nosotros generarían ‘estrés inmediato’.
“Afortunadamente, no empezaron las preguntas inquietas de la mayoría de los testimonios que a diario oía o leía de los enfermos: ¿Por qué yo? ¿Por qué no otra persona? ¿Qué error cometí? ¿Algún castigo? Ese mismo día me enviaron a una habitación y, al siguiente, llegó el doctor Guillermo Enrique Quintero, acompañado de otros colegas, quienes me explicaron detalladamente de qué se trataba mi leucemia, cómo iban a actuar, cuántos días podría durar el proceso, cuáles serían mis reacciones, qué iba a ocurrir con mi cuerpo, la caída del cabello; muy seguramente, pérdida de peso y, por ende, debilidad y otras complicaciones que ellos, ese equipo de especialistas, iba a estar atento a solucionar.
Entonces, empezó el tratamiento con largas jornadas de quimioterapia, algunas muy fuertes, que lo pusieron a pensar largamente, pues veía cómo, y muy lentamente, gota a gota, las bolsas trataban casi asmáticamente de desocuparse, pero era tan lenta la operación que creía que jamás se iban a acabar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario