Estos casos y otros tantos ponen de manifiesto que las crisis en las redes sociales están a un clic, pues las maneras de equivocarse son infinitas y el error queda a la vista de todos. “La reputación 2.0 es un activo de las personas y de las instituciones que hay que cuidar y que fácilmente puede perderse”, afirma Víctor Solano, periodista y coordinador de Brigada Digital. “Quien tiene una presencia digital está expuesto. Por eso, la regla de oro es la prudencia”, agrega.
Luis Carlos Díaz, ciberactivista venezolano y ganador del premio Bobs, de Deutsche Welle, en la categoría mejor persona para seguir en español en la red social Twitter, dijo que existen cuatro detalles que la gente suele obviar en el momento de interactuar en el mundo 2.0.
“El punto que tienden a olvidar la mayoría de las personas que cometen errores en red es entender que es un espacio de escrutinio público que se basa en conversaciones. Así que ni siquiera te salvas no participando, porque igual hablarán de ti. El segundo error es no diferenciar lo personal de lo profesional. En redes eres todo junto; cuando hablas, aunque lo hagas en una cuenta a tu nombre, también expones un poco todas las cosas que representas. No dejas de ser periodista, diputado, militante de un partido, creyente de una religión, vecino, embajador”.
Otro factor –según Díaz– es el de que en redes se alimentan dos dimensiones de la percepción pública: la identidad digital y la reputación digital. La primera la gestiona el usuario con sus contenidos y la segunda se construye con la percepción de terceros, la cual no se puede controlar:, “La mayoría de los ataques son a la reputación y la única manera de salvaguardarla es alimentando una buena identidad”.
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