Acompañado de su Petite rose des vents, su amiga metálica de travesía, que le carga los implementos para acampar, su botella de agua y una maleta con ropa, el francés Laurent Simon lleva en sus cuentas más de 4.000 kilómetros pedaleando por países del Norte y Centroamérica.
Petite rose des vents (La pequeña rosa de los vientos) es la compañera inseparable de quien desde hace dos años recorre el continente sobre dos ruedas con un propósito: recoger fondos vendiendo calcomanías en cada país que arriba, al tiempo que visita las sedes de la Fundación Plan. Es voluntario de esta organización sin ánimo de lucro creada en Colombia en 1962 para ayudar a la niñez desamparada.
Desde hace 16 años se vinculó a la fundación como uno de los padrinos de un niño que en esa época tenía 3 años y que vivía en Nepal, en el Asia Meridional.
Hoy, este constructor de casas nacido en Lille (Francia), y que aprendió el español con un libro y una grabadora, decidió emprender un viaje en cicla desde Canadá pasando por Vancouver hasta llegar al Ártico.
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