martes, 29 de julio de 2014

El arte de Alberto Durero revive en Bogotá

Los grandes artistas, como Alberto Durero, son inmortales gracias a sus obras. Nacido en Núremberg (Alemania) en 1471, vivió una época particular, puesto que en el siglo XV el pensamiento medieval estaba llegando a su final y se estaban abriendo nuevas formas de pensamiento.

Como artista, sus preocupaciones no estuvieron alejadas de los acontecimientos de su siglo, las cuales plasmó en cientos de grabados, cargados de alegorías, de contenidos religiosos y de exploraciones sobre lo humano, y hechos con total rigurosidad.

Ahora, 113 de estos grabados –pertenecientes a la colección Dal Bosco, una de las más importantes de este tipo en Europa– se verán, desde este jueves en el Museo de Arte del Banco de la República, en Bogotá, en la exposición ‘Durero. Grabados 1496-1522’.

El acercamiento de Alberto Durero con el arte se dio desde que era niño, ya que su padre fue un artista orfebre y también pintor, hecho que le permitió relacionarse con el círculo de artistas de su ciudad natal.

Al salir de Alemania conoció la obra de artistas flamencos, pero a su llegada a Italia conoció el mundo clásico, de la mano de artistas como Leonardo da Vinci, Andrea Mategna y Giovanni Bellini.

Esto, sumado al contacto con el emergente clasicismo italiano, hizo que su obra girara en torno a temas como la belleza y el cuerpo humano, propias de este movimiento.

Esta es tan solo una anécdota de la vida del pintor y se evidencia en la muestra, que fue curada por Rosa Perales Piqueres y tuvo a Sigrid Castañeda como coordinadora curatorial.

Comenta Perales, doctora en Historia del Arte de la Universidad de Sevilla (España), que la fama del artista le llegó gracias al manejo del grabado. “Uno de los más influyentes en el desarrollo de su obra fue su maestro y amigo Michael Wolgemut, de los artistas de la Escuela de Grabado de Núremberg con quien aprendió la técnica de la xilografía. 

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